Rusia estaba este miércoles en duelo nacional en memoria de los 64 muertos, entre ellos 41 niños, en el incendio de un centro comercial de Kemerovo, Siberia occidental, en medio de pedidos de renuncia de las autoridades locales.

Los habitantes de Kemerovo, una ciudad industrial de 550.000 habitantes, consideran que las autoridades son responsables de la tragedia por no haber hecho respetar las reglas de seguridad.

La víspera, en Kemerovo, el presidente ruso Vladimir Putin denunció una "negligencia criminal".

Las salidas de emergencia estaban bloqueadas, las salas de cine tenían las puertas cerradas con llave y los sistemas de alarma no funcionaron, según las primeras constataciones de la investigación judicial.

Esta lista provoca estupor y cólera en un país que cada año registra incendios mortíferos.

"La administración de Kemerovo es impotente. Cuando los escucho, me quedo atónita. Son incapaces de responder a nuestras preguntas", afirmó Svetlana Turshina en la red YouTube.

Las autoridades tuvieron una tolerancia cómplice con los dirigentes del centro comercial, un gigantesco edificio con tiendas, cines, bolera y restaurantes, según los primeros resultados de la investigación.

El centro abrió sus puertas en 2013 a pesar de un informe negativo sobre las medidas antiincendio, ignoró las instrucciones consecutivas a una inspección del ministerio de Situaciones de Emergencia y estaba registrado como una empresa de menos de 100 empleados para evitar determinados controles.

"Cualquier empresario le dirá cuánto cuesta cerrar los ojos de un inspector, cuánto cuesta no tener que gastar en alarmas y salidas de emergencia", dice el popular bloguero Ilia Varlamov, refiriéndose a los sobornos de funcionarios.

Miles de manifestantes se reunieron el martes en la plaza central de Kemerovo para conmemorar a las víctimas y exigir explicaciones de las autoridades.

La detención de cinco personas, entre ellas los responsables del centro comercial y responsable de la seguridad, no alcanzaron para calmar la cólera de los habitantes que temen que los verdaderos responsables nunca sean castigados y exigen la destitución de las autoridades de la región.

Ante rumores de que el número de víctimas era mayor al anunciado por las autoridades, el alcalde de la ciudad, Ilia Serediuk, tuvo que permitir el acceso a la morgue.

El martes, Igor Vostrikov, un hombre que afirma haber perdido a su esposa, sus tres hijos y su hermana en el incendio, encaró al vicegobernador de la región, Serguéi Tsiviliov.

"Tratan a la gente como ganado", le dijo Vostrikov al vicegobernador.

"¿Qué busca joven? ¿Hacerse publicidad con la aflicción general?", respondió Tsiviliov, que más tarde pidió perdón de rodillas a la población y prometió castigar a los responsables.

Furioso por la respuesta, Igor Vostrikov llamó a los habitantes de Kemerovo a reunirse de nuevo el sábado.

En Moscú y San Petersburgo hubo manifestaciones para denunciar la "corrupción mortífera" y exigir una investigación transparente.

El gobernador de la región, Aman Tuleyev, en funciones desde 1997, no se trasladó al lugar del drama.

El lunes, en su primera reacción pública después de la tragedia, el gobernador agradeció una llamada de Putin pero no se dirigió a la población.

Durante la visita de Putin a Kemerovo, Tuleyev pidió disculpas por la tragedia y prometió que iba a recibir a los familiares de las víctimas y a saldar sus deudas ante los bancos.

Pero luego criticó a los "opositores" que vinieron, afirmó, a Kemerovo a "hacerse publicidad gracias a la tragedia".

El principal opositor del Kremlin, Alexéi Navalni, dijo que la administración de Kemerovo era una "banda de criminales" que sólo piensan en "su provecho personal".